Stan se lleva a la familia de viaje a esquiar al pequeño pueblo rústico al que iba de vacaciones de niño. En cuanto llegan, descubren que el pueblo se ha convertido en una atracción turística y la ha invadido una gran fiesta salvaje. Stan rechaza cualquier modernidad y decide esquiar tranquilamente en el vertedero del pueblo, mientras que Roger se une a la fiesta e intenta convencer al resto de la familia para que le acompañe. Por otro lado, Klaus intenta seguir a una operadora del servicio técnico de la que se ha enamorado por teléfono.