Los efectivos del NCIS investigan el asesinato de un oficial de la Marina durante un tiroteo contra unos narcotraficantes. Los primeros indicios apuntan a que el militar fue tomado como rehén, hasta que Callen y Sam descubren que la víctima, tras ser secuestrada, utilizó sus conocimientos para enviar vía satélite varias fotos de alto secreto sobre una campaña antidroga a un capo del narcotráfico, situación que cuestiona su lealtad al ejército de los Estados Unidos. Una investigación posterior revela que el oficial se vio obligado a prestar su colaboración, ya que los criminales habían secuestrado a su sobrina.