Stefan no puede aguantar más el acuerdo que tiene con su mujer. Él, como marido, puede estar con ella durante los cinco días de la semana, pero los fines de semana pertenecen a su amante. Al mismo tiempo, la mujer empieza a disfrutar cada vez más de la violencia de su amante frente a la placidez de su marido, que la trata como un objeto de adoración.