Trastero de tienda otaku, Tara se graba un video, se coloca su ropa otaku. Se maquilla, se hace unas coletas, se va trasformando en su propio personaje, toque sexy y divertido. En la calle, Lala pinta con pintura en spray y mucha agilidad un grafitti en el muro de un local vacío. Va vestida de forma urbana, a lo lejos se oyen las sirenas de la policía. Lala sale corriendo, se esconde en la tienda de Tara. Allí Tara y Lala se encuentran. Tara le ayuda para que no le descubra la policía y luego le explica que trabaja para sacarse algo de dinero y pagar la matrícula de Carmen Arranz, una escuela de baile; ella rapea en la trap house... Las dos conectan en seguida y Lala le pide a Tara que le cante algo y, entonces, la luz se convierte en estroboscópica; Lala observa a Tara moverse, embelesada, hipnotizada por su voz… hasta que sale de la ensoñación, se despide y se marcha nerviosa. En la calle, Lala saca su móvil y busca en la web información de la Escuela Carmen Arranz.