Moriarty ve la solución a sus problemas secuestrando a Mary Hudson, dueña de la casa en la que viven Holmes y Watson. Con ello quiere obligarles a que roben para él la Gioconda, expuesta en Londres. A parte, la señora Hudson acepta de buen grado el trato de rehén y hace de buen ama de llaves; Moriarty, Tod y Smiley se enamoran perdidamente de ella.