Nuestra comprensión del universo y la naturaleza de la realidad en sí misma ha cambiado drásticamente en los últimos 100 años, y está al borde de otro cambio sísmico. En un túnel de 17 millas de largo enterrado a 570 pies bajo la frontera franco-suiza, el Gran Colisionador de Hadrones, el mayor colisionador de átomos del mundo, se está encendiendo. Su objetivo es nada menos que recrear los primeros instantes de la creación, cuando el universo estaba inimaginablemente caliente y las formas de materia largamente extinguidas chisporroteaban y se enfriaban en estrellas, planetas y, finalmente, en nosotros. Estas partículas increíblemente pequeñas y exóticas tienen las llaves de los mayores misterios del universo. Lo que encontramos podría validar nuestras teorías de larga data sobre cómo funciona el mundo y de qué estamos hechos. O bien, todas nuestras nociones sobre la esencia de lo real se derrumbarán.