Spellbinder vuelve. El lugar para estar es VRRoom, donde los simuladores le brindan su mayor fantasía a través de la realidad virtual. Pero hay una nueva sala de juegos de realidad virtual en la ciudad, donde la simulación es aún más realista. El único problema es que los niños se están volviendo adictos, necesitan más de un escape del mundo real con cada uso, lo que lleva a un aumento de los niveles de serotonina en el cerebro y pone en coma a los niños con sobredosis. Batman tiene otro dilema, con Max insistiendo en ser un socio más activo. Las consecuencias son desastrosas: cuando acompaña a algunos niños para obtener una ventaja sobre la nueva sala de juegos, ella misma se vuelve adicta.