En el pueblo de El Salado es una ventana al pasado; en él las tradiciones, las creencias y las costumbres de antaño se mantienen vivas. Y aunque esto le da un color extraordinario, no todo es perfecto, pues sus pobladores aún creen en lo sobrenatural, en brujerías y maldiciones, así que cuando Carmen la mamá de la pequeña Aurora muere al dar a luz, de inmediato Macrina, la partera, esparce la noticia de que la niña es la culpable porque nació con un lunar con apariencia de una calavera y eso es clara muestra de que acarrea la desgracia. Así, la bebé queda marcada para toda su vida como portadora de una ‘maldición’. Ante la presencia de la inocente criatura, los vecinos reaccionan como si el mismísimo diablo se les plantara enfrente, provocando que Severo, un despreciable porquero que va dejando apeste a su alrededor, lance una amenzante advertencia a Aurora, jurando que ella jamás va a tener una familia, pues su destino está escrito y debe cumplirse.