Gintoki y Hasegawa deciden apostar en carreras de caballos tratando, una vez más, de cambiar su mala suerte, aunque sin éxito. Hasegawa reflexiona acerca de sus fracasos o el "espiral del Madao", llegando a la conclusión de que desde que conoció a Gintoki y los demás su suerte no hace más que empeorar. Aún así, Hasegawa apostará una última vez, en esta ocasión con Gintoki apostando en su contra, aunque al final la suerte de ambos ya está echada.